Culturas

exporutas

libros

audiovisuales

Identidades

Los emigrantes españoles que se establecieron en América tenían en común el país de procedencia, y el hecho de haber tenido que dejar España obligados, en cierto modo o en su totalidad, por las circunstancias, con la esperanza de iniciar una nueva vida al otro lado del Atlántico.

Con independencia de este hecho común, eran representantes de dos identidades distintas: la que los definía como españoles, y la que lo hacía como gallegos, asturianos, canarios,.... El peso o la importancia de una u otra varió en función de la época y el país de destino. En los primeros años de la emigración en masa, los emigrantes se identificaban a sí mismos, fundamentalmente, como españoles, pues era su rasgo común y el que los diferenciaba de los ciudadanos del país de acogida. Este hecho fue especialmente patente en Argentina, país al que llegaron emigrantes y refugiados de toda Europa; y por tanto, ser españoles era lo que permitía a los emigrantes identificarse como una unidad y diferenciarse de los demás.

Sin embargo, aunque en cierto modo la emigración es un fenómeno global, no se puede olvidar que es también un proceso regional y local. Los primeros emigrantes fueron llamando a miembros de sus familias y sus comunidades de origen, formando unas extensas y largas cadenas migratorias. Con ellas se reproducían en América los lazos y solidaridades de los lugares de origen. Los emigrantes establecidos ayudaban a los recién llegados a encontrar una colocación, los ponían en contacto con el resto de la comunidad establecida en América, se reunían en los momentos de ocio, reproducían sus costumbres, solían establecerse en las mismas zonas o barrios... Todo ello hacía que la identidad regional llegara a predominar, en bastantes casos, sobre la nacional.

 

Por otro lado, como ya se ha mencionado, la Guerra Civil  dividió también a los españoles establecidos en América, que vivieron el conflicto en diferido, pero con la misma intensidad, de modo que la identidad nacional se partió en dos. La 'España oficial' incluía a los partidarios, defensores y autoridades de la dictadura de Franco. Para este grupo, la cultura era un instrumento de la política exterior con un objetivo fundamental: 'Extender, expansionar nuestra gran Cultura Hispánica, Latina, Cristiana y nuestro Maestrazgo político, sobre todo, por aquellos países Sud-Americanos de Alma y Lengua Hispana Ibérica'.1

En el otro lado estaban los defensores de la República y los exiliados. Alrededor de cinco mil intelectuales se vieron obligados a abandonar España como consecuencia de la guerra y su desenlace posterior. En conjunto constituían una importante representación de los protagonistas del esfuerzo emprendido en España, desde principios del siglo XX, para equipararse a otros países más avanzados en los diversos campos del conocimiento. Entre ellos estaban algunas de las figuras más destacadas de la cultura española y europea del siglo. El colectivo exiliado también desarrolló mecanismos para lograr el compromiso con su causa a través de la acción cultural.


artefinal studio